Nuevos biomarcadores podrían ayudar a predecir el ingreso en la UCI de niños que desarrollan un síndrome inflamatorio sistémico después de la COVID-19
  El MIS-C es un síndrome poco frecuente que puede surgir semanas después de la COVID-19 en niños y causar una inflamación generalizada; anticipar qué casos podrían evolucionar con mayor gravedad sería esencial para mejorar su abordaje clínico
Aunque la mayoría de niños y niñas superan la COVID-19 de forma asintomática o con síntomas leves, en algunos casos excepcionales, semanas después de la infección su sistema inmunitario reacciona de forma desproporcionada y provoca un síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C). Esta enfermedad, poco frecuente pero grave, puede afectar al corazón, los pulmones o el sistema digestivo, y en ocasiones requiere ingreso en la UCI.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Pediatric Research ha identificado marcadores presentes en la sangre que podrían anticipar qué pacientes corren más riesgo de desarrollar un cuadro más severo, lo que permitiría actuar con rapidez y tomar decisiones clínicas basadas en evidencia científica. El trabajo ha sido liderado por el equipo de IrsiCaixa –centro impulsado conjuntamente por la Fundación ”la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya–, y ha contado con la colaboración del Hospital Sant Joan de Déu y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
El MIS-C es un trastorno inflamatorio grave que aparece habitualmente entre dos y seis semanas después de una infección por SARS-CoV-2. El MIS-C es un trastorno inflamatorio grave que suele aparecer entre dos y seis semanas después de una infección por SARS-CoV-2. En Cataluña, entre 2020 y 2022, se registraron 152 casos, la mayoría en niños de entre 4 y 11 años. Aunque su aparición es poco frecuente –y aún más desde la llegada de la variante ómicron–, cuando se presenta puede poner en riesgo la vida del menor.
Seis marcadores que predicen la gravedad
A partir de la medición de 92 moléculas inflamatorias en suero de 22 pacientes pediátricos que habían sufrido MIS-C, el estudio identificó seis marcadores –IL-2, IL-33, CD244, SCF, TNFRSF9 (soluble) y CD8α (soluble)– que permiten predecir con buena precisión qué pacientes requerirán ingreso en UCI. En particular, niveles más bajos de CD244 y de TNFRSF9 se asociaron con estancias hospitalarias más prolongadas. “Estos marcadores, conforman una ‘firma inmunitaria’ capaz de distinguir entre los casos más y menos severos”, indica Tetyana Pidkova, investigadora predoctoral de IrsiCaixa y primera autora del estudio.
Además, el equipo investigador comparó los marcadores inmunitarios de los niños con MIS-C en el momento del diagnóstico con los de niños que habían pasado la COVID-19 semanas antes. El estudio identificó 29 biomarcadores alterados, entre ellos citoquinas, quimiocinas y reguladores inmunitarios. Este hallazgo ayuda a comprender mejor qué procesos del sistema inmunitario están implicados específicamente en el MIS-C. “Lo que observamos es que, en esta enfermedad, el ‘sistema de alarma’ inmunitaria se dispara de forma descontrolada, provocando una inflamación generalizada que puede dañar distintos órganos. Identificar la signatura de biomarcadores específicos asociados al MIS-C podría ayudar a descifrar la desregulación inmunitaria responsable de esta enfermedad”, remarca Benjamin Trinité, investigador asociado de IrsiCaixa.
El seguimiento de los pacientes mostró que todos los marcadores alterados recuperaron valores normales en un plazo de dos meses tras el inicio del tratamiento, lo que confirma que las terapias antiinflamatorias actuales son eficaces y que la respuesta inmunitaria no deja secuelas relevantes a medio plazo.
Anticipar el riesgo y entender mejor el MIS-C
Contar con marcadores inmunitarios específicos abre la puerta a identificar de forma temprana qué pacientes tienen más probabilidades de evolucionar hacia un cuadro grave, y así priorizar intervenciones médicas antes de que aparezcan complicaciones. “El estudio nos proporciona una base molecular precisa y contrastada para orientar la práctica clínica”, explica Julià Blanco, investigador principal de IrsiCaixa e IGTP. “Al mismo tiempo, nos ayuda a comprender con mayor detalle cómo funciona el MIS-C, un trastorno del que todavía sabemos poco, pero que sigue siendo uno de los mayores retos que ha dejado la COVID en pediatría.”